viernes, 6 de abril de 2012

Viernes Santo


Es muy común que como cristianos, en esta época, como parte de las enseñanzas de la Semana Santa escuchemos la historia de la pasión de Cristo, año tras año alrededor de la Pascua. Iniciando con Domingo de Palmas, Jueves y Viernes Santo y terminaba con Domingo de Resurrección.

En el Viernes Santo, es común escuchar el mensaje de las 7 Palabras, en un ambiente solemne y triste, esperando con animo el Domingo de Resurrección.

La costumbre nos lleva muchas veces a ser insensibles y dejamos que pase inadvertido algo, que por la repetición ha perdido su significado y profundidad.

Lo mismo puede pasar con lo que la iglesia enseña que pasó el Viernes Santo: La crucifixión de Cristo. Escuchamos, no con tanta atención como cuando escuchamos esta historia por primera vez. Ahora ya sabemos lo que pasó: CRISTO RESUCITO. Y escuchamos el mensaje del Camino al Calvario de Jesús, pero nuestra mente se enfoca en el Domingo.

Pero la intensión de reflexionar en lo que pasó ese Viernes Santo, no es que por el momento doloroso que representa, nos lleve, consciente o inconscientemente, ha dejar de profundizar en su significado y en su lugar decidamos ser indiferentes al omitir el mensaje de la Cruz, esperando con mayor entusiasmo el mensaje de la Tumba Vacía.

La intensión de estudiar, reflexionar y orar en lo que la Biblia nos enseña que pasó en ese viernes oscuro, es una parte muy importante del crecimiento y desarrollo de todo cristiano.

El día de ayer, en Comunidad Viva, tuvimos la celebración de la Santa Cena y participamos de la comunión; pero al terminar y por cuestiones de tiempo que nos impidió reunirnos como iglesia en este Viernes Santo, hablamos brevemente del significado de la Cruz.

Después de todo al tomar la Santa Cena, Fernando Sanemeterio, nos leyó el pasaje en el que Jesús, a través de Pablo, nos enseña que participemos de la Santa Cena en memoria de Él y recordando que al hacerlo anunciamos la muerte del Señor, es decir, anunciamos el mensaje de la Cruz.

En el plan de Dios no podía haber un Domingo de Resurrección sin antes un Viernes Santo; no podía haber una Tumba Vacía, sin antes una horrible cruz fuera ocupada primero.

No dejemos que la rutina y la costumbre nos lleve a ser insensibles e indiferentes ha esta realidad, para que pueda haber VIDA, hay que MORIR primero.

Reflexionemos en este día en esta verdad: Él, por amor, ocupó el lugar que a cada uno de nosotros nos correspondía

Y tomó el pan y dio gracias, y lo partió y les dio, diciendo: Esto es mi cuerpo, que por vosotros es dado; haced esto en memoria de mí. Lucas 22:19